Yao

Yao quiere ser un explorador. Quiere descubrir el mar como en Veinte mil lugares bajo el mar, la tierra como en Viaje al centro de la Tierra, e ir alrededor del mundo como en La vuelta al mundo en 80 días.

Y cuando Seydou Tall (Omar Sy) le pregunta cómo leyó a Jules Vernes, que no ha leído, aunque escribe libros, Yao responde «En la biblioteca». En su suburbio de Yvelines, «La biblioteca es para las chicas».

Seydou Tall es el famoso actor que tanto le gusta a Yao, que el joven viaja más de 300 km para verlo en Dakar, donde vino a hacer una sesión de firmas en su país natal.

Philippe Godeau saca a la luz un díptico característico entre un niño y un adulto. El comienzo de un vínculo entre un hombre que vive en la tierra de sus antepasados y otro que ahora vive en Francia, entre alguien que sabe quién es y otro que se busca a sí mismo.

Yao es un niño de 13 años que tiene su héroe

Pero sobre todo, esta película es un encuentro. Un encuentro entre un niño que invoca un espíritu paternal – respondiendo a la llamada del hijo de Seydou – y un adulto que se entrega a historias sin futuro. Un encuentro entre un hombre casi cansado de su azarosa vida de artista rico y popular y un niño pobre, sencillo, pero sensible,

Lejos de las frívolas comedias en las que el público en general lo descubrió (Nos jours heureux, Intouchable) Omar Sy despliega sus amplias alas como un actor profundo, cargado de emoción, y encarna la alegría, la duda y la molestia en perfecta armonía lineal.

Los niños no son menos merecedores, especialmente Yao, que muestra el camino de la humanidad a Seydou Tall, que vive en una sociedad moderna.

El paradigma propuesto por Philippe Godeau es profundamente humano, resueltamente optimista, y demuestra con el ejemplo de la ficción cómo nuestra civilización, por muy evolucionada que esté, es apresurada, triste e insensible.