Verotika

El primer segmento, ambientado en París (lo que significa que cada actor habla con un acento francés totalmente diferente pero igualmente caricaturesco), cuenta la historia de una mujer con ojos para los pezones que conjura a una gigantesca y asesina araña hombre albina cada vez que se queda dormida.

En la segunda historia, una bailarina desfigurada colecciona los rostros de otras mujeres. El tercer y último segmento es una toma de la leyenda de Elizabeth Báthory, sobre una condesa que se baña en la sangre de vírgenes para mantenerse joven.

Lo erótico y lo horrible se combinan

Las historias en sí no son el problema en Verotika, aunque llamarlas «historias» parece un poco generoso. Cada una presenta una premisa y luego simplemente repite esa idea cuatro o cinco veces antes de llegar a una conclusión.

Las ideas presentadas dentro de los segmentos están bien para una antología de horror: raras y oscuras y sangrientas y sacadas de un cómic de terror.

Es la ejecución lo que condena a Verotika, desde su interminable edición a sus actuaciones desiguales a sus múltiples instancias de risa no intencionada – a la multitud del Cinepocalipsis de la noche del estreno, la película se jugó como una comedia (y no a propósito).