Greyhound: Enemigos bajo el mar

El extravagante éxito del largometraje USS Greyhound se debe sin duda a su nerviosismo que, durante hora y media, no cesa; por ello el personaje interpretado por Tom Hanks aparece por un lado como un héroe crístico cuya creciente desnutrición y heridas en los pies van de la mano de una fe en Dios, en el hombre y en América, y por otro lado como un avatar del espectador ante el caos de la guerra en el mar ya que es su primera misión oficial.

Seran perseguidos por submarinos alemanes

Desde los primeros minutos sentimos la influencia de una obra como Dunkerque, tanto en sus imágenes como en la precisión casi quirúrgica con la que las expresiones faciales y los gestos del cuerpo individual se transcriben al unísono con un cuerpo más grande y metálico, el de la nave.

Sin embargo, esta evidente influencia se beneficia de una cualidad que le faltaba al filme de Christopher Nolan: la modestia. No una modestia temática – la grandilocuencia de los símbolos y la partitura musical de Blake Neely está fuera de toda duda – sino una modestia de ejecución que hace que el largometraje de Aaron Schneider sea íntimo y entrañable.