Little Joe

Las blusas verde claro de los empleados, los muebles verde oscuro de la cafetería, la blusa rosa claro y el pelo rojo de Alice, las zapatillas rojas de su hijo y, por supuesto, el rojo brillante de la planta que se supone que te hace feliz.

El rojo, el color de la pasión, que puede hacer feliz a la gente pero también puede alienar e incluso destruir. Cada toma parece haber sido trabajada para determinar la distribución precisa de los colores.

Así, en una de ellas, donde Alice está trabajando en el laboratorio, incluso los kleenex se emparejan con otro objeto púrpura del fondo! La nitidez de estos colores brillantes o pasteles crea una atmósfera artificial, totalmente al servicio del sujeto.

Porque se trata de contar la historia de una empresa que consiste en crear in vitro nada menos que la felicidad humana. Para ello, manipulamos alegremente el genoma de una planta, haciéndola estéril en el proceso.

La felicidad es un negocio

Pero «todo organismo tiende a perseverar en su ser», nos enseña Spinoza al principio de la Ética. Lo mismo ocurre con las plantas, imagina Jessica Hausner.

Así, el Pequeño Joe alienará a cualquier persona que respire su polen para ponerlo al servicio de su supervivencia como especie. Comenzamos a soñar que las plantas y los animales realmente tienen este poder: tal vez esto prevendría la tremenda extinción de especies que estamos presenciando…

Más allá de la cuestión de la manipulación genética, la película plantea la cuestión de la felicidad individual, la última apuesta de nuestra sociedad de consumo. Hoy en día todo el mundo busca «triunfar en la vida», «realizarse», en resumen, ser feliz.