Contrariamente a lo que sugiere su título, no hay nada celestial en Paradise Hills. La película se abre con la llegada de Uma a un «centro de tratamiento» para mujeres. Enviadas por sus padres a curar algo que no les conviene, estas mujeres se encuentran rápidamente retenidas a pesar de ellas mismas y buscan su libertad.
Si en el papel la trama parece simple y más bien un déjà vu, en la pantalla, Paradise Hills resulta ser sorprendente y agradable. Debo admitir que personalmente, el elenco me intrigó y eso es lo que me empujó a darle una oportunidad.
En general, no creo que Emma Roberts sea una actriz extraordinaria. Siempre es agradable encontrarla en ciertas películas (Palo Alto es la más famosa) y/o series (iluminó Scream Queens pero está empezando a desgastarse en las temporadas de American Horror Story), pero prefiero la persona a la actriz.
Su actuación en Paradise Hills no será memorable aunque sus compañeros (Eiza González, Danielle Macdonald y la genial Awkwafina) le den más credibilidad: la historia de los cuatro personajes juntos es cautivadora, dulce, humana y, en mi opinión, habría merecido estar en el centro de la película, aunque signifique descuidar el desarrollo de los personajes.
Los rebeldes reinarán
Estéticamente, la experiencia fotográfica del director ya se puede sentir a través del tratamiento del encuadre y de la imagen en general (alternaremos entre una paleta de colores rosa/verde/azul/beige pastel y otra mucho más oscura esta vez) pero es sobre todo en los primeros planos donde Waddington capta la atención y consigue resaltar a los personajes y la belleza de sus trajes.
Si nos permitimos una comparación, la película se sitúa en algún punto entre un largo anuncio de Lolita Lempicka y el bosque encantado de Maléfique: la dirección es ambiciosa y está lejos de perderse, pero hay sin embargo ese je ne sais quoi de «kitsch» que anula la apariencia de horror que emana del lugar de la acción.
Un primer largometraje prometedor, pero me hubiera gustado que la idea fuera más lejos y que la brecha entre una fantasía de cuento de hadas y una fantasía de terror fuera más importante y se tratara con menos timidez.
