¿Sabía usted que el emblemático mimo francés Marcel Marceau (1923-2007) fue una vez un héroe no reconocido de la Resistencia Francesa, pasando de contrabando niños judíos a través de la frontera a Suiza con los nazis en su persecución?.
Esta historia basada en hechos de la Segunda Guerra Mundial es el núcleo de la Resistencia, protagonizada por Jesse Eisenberg como Marcel Mangel (sólo más tarde adaptó el nombre artístico de Marceau), el hijo de un carnicero judío (Karl Markovics) que vive en Estrasburgo, Francia.
Aunque Eisenberg actúa con delicadeza física, la película deja claro que Marcel nunca se vio a sí mismo como un salvador. En 1938-39, su principal objetivo era escapar de la monotonía de servir carne a los clientes en la tienda de su padre.
Todo lo que quería hacer era actuar en el escenario del cabaret, imitar las payasadas del gran Charlie Chaplin y coquetear con las coristas.
En una horrible escena de apertura, ambientada en Munich, el escritor y director Jonathan Jakubowicz nos muestra a una joven judía llamada Elsbeth (Bella Ramsey) traumatizada por ver a sus padres asesinados en el pogrom conocido como Kristallnacht. Pero para Marcel en Estrasburgo, el Holocausto parece remoto.
Todo durante la Segunda Guerra Mundial
Su revelación llega cuando un grupo de huérfanos judíos, entre los que se encuentra Elsbeth, son introducidos de contrabando en Estrasburgo bajo la apariencia de los Boy and Girl Scouts y de una fundación organizada por su primo Georges (Géza Röhrig), cuyos relatos de primera mano añaden autenticidad al guión.
Su hermano Alain (Felix Moati), luchador de la resistencia, tuvo que esforzarse mucho para que el pequeño Marcel, que decía «no ser bueno con los niños», ayudara a estos niños asustados mientras los alemanes seguían ocupando Francia.
Ayudó que Marcel se sintiera atraído por su compañera de resistencia Emma (Clemence Poesy). Ayudó más que el joven era un falsificador talentoso capaz de falsificar pasaportes cuando se mudaron al sur a Lyon.
Es la interacción entre los niños y el reticente luchador por la libertad lo que atrae su atención. Marcel aprende rápidamente que sus talentos pueden entretener y distraer a los jóvenes de la manera que recuerda a «La vida es bella» de Roberto Benigni.
Pero la resistencia elude ingeniosamente el sentimentalismo empalagoso de la película mientras Marcel enseña a los niños los beneficios del mundo real en el «arte del silencio».
